La ignorancia siempre fue osada.
Fue por eso que el médico se atrevió con la imposible tarea de enseñar lo que él no sabía al dolor.
Entró en la habitación, arrogante. Venía armado con un papel en el que, previo pago, se le reconocía como "Una Autoridad en La Materia
".
Pero no lo consiguió.
Creyó que su sola palabra era suficiente ante quien carecía de ella.
Creyó que la empatía era algo que
se hacía.Creyó que nadie podía oponerse al arma que traía firmada.
Se equivocaba.
Estaba fuera de sí y no comprendía que alguien se resistiera ante un papel tan caro. Su amor propio no pudo soportarlo y se marchó dando un brutal portazo.
Sufrieron las bisagras, sufrió el marco y sufrió él porque tuvo la mala(?) suerte de pillarse los dedos.
Un aullido de dolor rasgó el aire, seguido de juramentos.
Después y ya en perfecto orden: Silencio, reflexión, comprensión, al fin.
Ha entrado de nuevo para agradecer la enseñanza. Parecía otra persona.
Sus movimientos habían perdido sus aristas y su mirada ya no hería.
Después ha salido. En el suelo han quedado rotas sus tres armas: El papel, el orgullo y la ignorancia.
Ahora es uno de los mejores médicos. Dicen que su sola presencia mitiga el dolor.