miércoles, diciembre 03, 2008

La Ciencia del no pensar

Leo en una revista a un tal Eladio Punser escribiendo una loa a la ciencia apoyado en un titular vergonzante para la inteligencia y que dice: Excusas para evitar el esfuerzo de pensar.

Leo un poco por encima su deposición y siento vergüenza ajena. Habla de la ciencia como si fuera un dios y la adora porque, haciendo palanca con ella, espera derribar cualquier idea o concepto que supere su limitadísima capacidad para pensar y que no se pueda pesar, medir, cortar y cocinarlo para la venta en pequeños artículos semanales que le permitan sentirse un pequeño dios viviendo de hablar de lo que ignora.

Habla del acelerador de partículas sin dejar de hacerle genuflexiones y dice:

Todas las ideologías y todas las etnias han aceptado ponerlo en marcha...

Por lo que se ve, este sujeto no conoce el significado de la palabra aceptar: asumir con resignación. Tiene un significado pasivo. No van a sino que les llevan a.

Miro la cara de este pensador (perdonen quienes sí lo son) y veo arrugas esforzadas y un orgullo que sería excesivo incluso para el mismísimo Narciso. Las primeras pueden deberse a cualquier cosa, de hecho los estreñidos poseen la misma expresión de sublime introspección. Respecto a su orgullo veo que carece del más mínimo fundamento.

Dice que la Ciencia (ayudándose de ese modernísimo cacharro) va a tratar de saber de forma científica (la tierra, en su momento, también era científicamente plana) cuándo fue el primer instante en el que se formó la vida y cuándo será el último.

Mientras tanto sigue siendo incapaz de saber dónde nace el pensamiento.

Siga usted haciendo mecánica del pensamiento y, al acabar, lávese las manos.