Retazos de un final
El hombre vive
en permanente celo
y ellas lo saben.
Los cazadores respetan la veda
de las presas porque saben
que no pueden defenderse
cuando están en celo.
Pero ellas no le respetarán a él.
Cazar a un hombre es como pegar a un niño.
No importa.
El hombre no tiene quien le proteja.
El músculo es culpable, dicen.
Sus másculos, sin embargo,
son esforzadamente inocentes.
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